El lenguaje ancestral de la astrología humanística, nos permite abrir nuestra conexión y resonar en nuestra singularidad, entendiendo que cada uno de nosotros tiene un modo de sentir, vincularse, y ver la realidad absolutamente único.
Conociendo mi mapa natal, puedo ir descubriendo la enorme particularidad que soy y ser más permeable a entender genuinamente que “el otro” también habita su particular manera de relacionarse y ver el mundo, muchas veces con ópticas distintas a las mías y no por ello no me entiende, está en mi contra o tiene una intención particular, simplemente “es otro”.
Como una herramienta más para zanjar estos desencuentros vinculares: podemos poner luz en conocer nuestra intima particularidad, siendo cada vez más comprensibles a la sutil particularidad de nosotros mismos y los seres que nos rodean y con los que nos relacionamos.